Siempre pensé que el tema de "las otras vidas" era un mito, que no era posible venir al mundo y experimentar conexiones "instantáneas". Pero te conocí y sentí por primera vez lo que era saludar a alguien con una familiaridad extraña, como si llevara mucho tiempo viéndole sonreír. Jamás en la vida me pasó algo como esto.

Hasta la fecha no creo que fuese algo mutuo, pero sí tengo claro que fue real. La conexión y la comodidad es innegable. Y es que aún no salgo de mi asombro al recordar ese instante. Por un momento mi alrededor pasó a segundo plano cuando vi el café claro de sus ojos risueños. El primer café claro que podría beber sin quejas de mal sabores.

"¿Alguna vez sentiste esta sensación de comodidad tan pronto? ¿Alguna vez alguien te inspiró tanta confianza desde el primer contacto?"... Quisiera haberlo preguntado para salir de la duda, pero nunca encontré la oportunidad. Y bueno, ya fue... Estoy acostumbrada a quedarme con las dudas atoradas en la garganta, excusadas con la alergia por el cambio de clima.

No pasa nada. Disfruté contemplarte en el inicio del verano, con el Maquilishuat floreciendo su rosada vestimenta y con el viento soplando el calor de la cuaresma. Espero haber disimulado correctamente lo encantada que estuve con tu personalidad sensible, la manera en que tus historias fueron envolviendo mi atención y la dulce caída que tuve a la realidad.

Y a la vez pasó mucho. Tomé un par de semanas para procesar lo que sentí cuando huí de mis emociones inesperadas. Porque jamás me había ocurrido algo así. Por primera vez no supe lidiar con lo que me recorrió el cuerpo, tuve miedo y no pude enfrentar que algo así me pasara sin ningún tipo de lógica. Porque el exceso de aire y la falta de agua en mi carta natal, me impiden enfrentar las emociones con fluidez.

Me prometí no saber más de ti. Obligarme a no ver nada con tu nombre. Ignorar todas las sincronicidades que me gritaran paralelismos con tu experiencia. Y ha funcionado un poco. Ya no estoy a la expectativa de volver a encontrarte y ya no sigo idealizando lo que me provoca pensar en tu sonrisa y el movimiento de tu cabello ligero.

Sin embargo, en la distancia conecté con una idea. Vos me hiciste ver reflejado lo que soy. Lo que sigue ahí y pensé no volver a ver en mí. Las ganas de reír con anécdotas, la luz naranja del atardecer en compañía, los pequeños detalles, la complicidad en el trato... 

Me hiciste conectar con lo que quiero ver de mí y por eso serás siempre especial. Porque aunque pudiera parecer algo precipitado o algo sin sentido, me alegra lo intenso que fue experimentarlo. Y me quedo con eso, con lo que realmente importa: ser consciente de mi capacidad para abrirme y escuchar mis sentimientos. 

Por mí, por el mañana. Gracias.





Leave a Reply