Mañana al mediodía será. Es pasada la medianoche y tendré que despertarme antes de las once de la mañana si quiero llegar puntual. Con lo que amo dormir esto será una tortura. Quizá deba dormirme ya… ¡pero quiero seguir charlando con él! “¿Por qué mejor no charlamos hasta el amanecer y dejamos el almuerzo para otro día?”, quisiera preguntárselo, pero lo tomará a mal. Es mejor que me despida y me vaya a dormir.
Por fin lo conoceré en persona, podré escuchar su voz y mirar sus gestos... No sé si quiero. Siempre que llega este momento estoy cerca del fin. Como quien corre una maratón y llega por fin a la meta; no importa si ganas o pierdes, al final toda la motivación desaparece… ¡No, no, no! ¡Deja de pensar en eso! Tal vez por fin será diferente. Tal vez esta vez el final sea el principio de algo mejor.
Caminamos hacia un restaurante cercano mientras hablábamos de todo un poco. Empecé a notar pequeñas cosas en ella que me llamaron la atención. Como la forma en que acariciaba el fleco de su cabello para menguar su ansiedad y cómo se mordisqueaba el labio al sonreír.
Yo no sabía qué decirle, es más, no sabía ni cómo actuar con ella. Jamás me había comportado así de callado, así de lento con una mujer. Pero ella era totalmente diferente a lo que había pensado, algo tenía que me hacía sentir tan nervioso. No sé si ella se siente incómoda con lo que soy en este momento, pero algo me ha quedado claro: Cuanto más me gusta alguien, más callado tiendo a ser. Y no quiero que ella note cuánto me agrada su compañía.
Al pasar las semanas todo siguió avanzando, continuamos hablando como si estuviéramos destinados a vivir algo importante. No me molestaba ninguno de los sacrificios que tuve que hacer por mantener siempre el contacto con ella o las cosas que perdí por preferir verla y disfrutar de su compañía. Ella me hace sentir cosas interesantes y es la primera vez que he avanzado tanto con alguien. En realidad no me importa lo que los demás piensen, las cosas a las que me enfrentaré si decido dar el paso de pedirle que sea por fin algo más que una simple conquista.
No tiene que pasar de este día, aún estoy a tiempo de alejarme de él antes que algo de verdad comience. Supongo que él lo entenderá y no le afectará demasiado. Es poco el tiempo que llevamos en contacto, quiero creer que será fácil para ambos desligarse de esto.
Inhalo fuerte de nuevo, dejo que un remedio flote un momento dentro de mí, cerca de mis pulmones. De repente siento que fue demasiado y comienzo a toser. Sigo viendo fantasmas que salen de mi nariz y de mi boca, mi cerebro comienza a cambiar de tema. Se centra en la música que pasa en la radio, se enfoca en el sonido de una canción… “Let her go” de Passenger. La letra hizo algo más que despertarme del trance en el que me encuentro, me despertó la conciencia y me gritó por dentro que lo dejé ir. Efectivamente, nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido.
Por fin lo conoceré en persona, podré escuchar su voz y mirar sus gestos... No sé si quiero. Siempre que llega este momento estoy cerca del fin. Como quien corre una maratón y llega por fin a la meta; no importa si ganas o pierdes, al final toda la motivación desaparece… ¡No, no, no! ¡Deja de pensar en eso! Tal vez por fin será diferente. Tal vez esta vez el final sea el principio de algo mejor.
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12:07 p.m. y Carolina no sale de su clase. Comienzo a impacientarme. Escogí un mal lugar para sentarme y los rayos del sol interfieren con mi visión, tengo que moverme de aquí. “Hola, Manuel”, escuché. Me giré y era ella, era esa Carolina con la que hablaba todos los días hasta que uno de los dos se quedaba dormido.
Caminamos hacia un restaurante cercano mientras hablábamos de todo un poco. Empecé a notar pequeñas cosas en ella que me llamaron la atención. Como la forma en que acariciaba el fleco de su cabello para menguar su ansiedad y cómo se mordisqueaba el labio al sonreír.
Yo no sabía qué decirle, es más, no sabía ni cómo actuar con ella. Jamás me había comportado así de callado, así de lento con una mujer. Pero ella era totalmente diferente a lo que había pensado, algo tenía que me hacía sentir tan nervioso. No sé si ella se siente incómoda con lo que soy en este momento, pero algo me ha quedado claro: Cuanto más me gusta alguien, más callado tiendo a ser. Y no quiero que ella note cuánto me agrada su compañía.
Al pasar las semanas todo siguió avanzando, continuamos hablando como si estuviéramos destinados a vivir algo importante. No me molestaba ninguno de los sacrificios que tuve que hacer por mantener siempre el contacto con ella o las cosas que perdí por preferir verla y disfrutar de su compañía. Ella me hace sentir cosas interesantes y es la primera vez que he avanzado tanto con alguien. En realidad no me importa lo que los demás piensen, las cosas a las que me enfrentaré si decido dar el paso de pedirle que sea por fin algo más que una simple conquista.
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No sé cómo decirle que no quiero avanzar más. Han pasado apenas cuatro semanas y siento todo tan precipitado, como si estuviera en medio de un río que me empuja con su corriente. Todo era más fácil cuando apenas nos íbamos conociendo, cuando no había presiones ni obligaciones. Lo he pasado tan bien a su lado, con él he conocido cosas que jamás había sentido, pero siento que todo está cambiando. Empiezo a asfixiarme, me enferma tener que verlo todos los días, tener que estar en contacto con él todo el tiempo. ¡Malditas rutinas! Yo no quería esto. Quería que formara parte de mi mundo, no que se convirtiera en él. ¿Cómo le hago entender que me cansé de todo esto?
No tiene que pasar de este día, aún estoy a tiempo de alejarme de él antes que algo de verdad comience. Supongo que él lo entenderá y no le afectará demasiado. Es poco el tiempo que llevamos en contacto, quiero creer que será fácil para ambos desligarse de esto.
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Por algunas semanas no pude evitar pensarla diariamente. No importa cuán lejos ella estaba de mí o cuán inalcanzable era para mis anhelos, definitivamente no quería dejar de pensarla. A menudo revisaba viejas conversaciones y me lamentaba de los “hubiera” que me retorcían la conciencia. Tan difícil me resultó actuar de determinada manera en aquellas ocasiones, pero ahora ya no vale quejarme de eso. No sé si fui poco para su demasiado o demasiado para su poco, quizá solo tenía que aprender una lección. Ya no importa, empiezo a conocer a Tatiana y espero no cometer los mismos errores. Esta vez no me precipito, las cosas marchan como deben hacerlo.
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Hoy lo vi y pude charlar un poco con él. Contuve mis ganas de decirle que todavía me encanta, que a menudo sueño con él aunque al despertar recuerde que ya está con alguien más… alguien que fue menos cobarde que yo. No importa, ahora todo se desvaneció, sentí por un breve momento que nada ha cambiado entre nosotros y que queda la esperanza de que seamos algo importante algún día. Sin embargo, solo quiero quedarme con la sensación, porque imaginarlo es más bonito que intentarlo y fracasar.
Inhalo fuerte de nuevo, dejo que un remedio flote un momento dentro de mí, cerca de mis pulmones. De repente siento que fue demasiado y comienzo a toser. Sigo viendo fantasmas que salen de mi nariz y de mi boca, mi cerebro comienza a cambiar de tema. Se centra en la música que pasa en la radio, se enfoca en el sonido de una canción… “Let her go” de Passenger. La letra hizo algo más que despertarme del trance en el que me encuentro, me despertó la conciencia y me gritó por dentro que lo dejé ir. Efectivamente, nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido.