Reservé estas palabras para este momento, cuando por fin estuvieras listo para escucharlas. Te he estado pensando últimamente, con nuestro álbum de fotos viejas a un lado de mi cama, recordando cada fragmento que unía mi mundo con el tuyo y que lo hacía nuestro.
¿Te has imaginado alguna vez cuánto significaste para mí? ¿Has valorado aunque sea un poco todos esos momentos que compartimos juntos? ¿Cada conversación nocturna, cada problema superado, cada ilusión conquistada? Fuiste esa etapa de mi vida llamada felicidad. La mano que mecía tiernamente a mis ilusiones.
Poco tiempo después de nuestro adiós te veo sonriendo y tú sabes cuán maravilloso es verte haciéndolo. Cuando sonríes cierras tus ojitos y tus pestañas se convierten en dos frondosas protectoras de esos tesoros que cargas en tu rostro. Todo combina perfecto con esa sonrisa coqueta. ¿Sabías que alegrabas mi vida con esa sonrisa? ¿No? Pues ahora lo sabes y sinceramente espero que toda tu vida la tengas presente cuando alguna vez pienses en mí.
Soy una persona un poco dura con mis sentimientos, creo que tú más que nadie lo sabe. Antes de conocerte no creía en el amor. Sí había tenido parejas sentimentales, pero el sentimiento no cruzaba las fronteras del presente, del hoy. Mi vida con aquellos individuos no sobrepasaba de momentos agradables, amistad afortunada y uno que otro oculto encuentro. Al lado de ellos jamás pensé en el futuro, ni cambié mis posturas frente a la vida. Todo se limitaba a un buen momento en compañía de alguien que me auguraba un poco de comprensión y cariño.
Pero contigo todo, absolutamente todo es diferente. Contigo la palabra amar se ha vuelto comprensible, razonable y tolerable para mi corazón. Cuando te conocí no me importabas en lo más mínimo, lo acepto y soy sincera. Fue hasta que aprendí a reconocerte cuando me empecé a fijar en la persona que eras y empecé a soltar la idea de querer a alguien más que no fueras tú. Cada día que convivía contigo me convencía de que no podía dejar de hacerlo. Me divertía tu compañía, y tu frecuente presencia había empezado a provocar estragos en mi interior. Un sutil encanto en ti se percibía con el tiempo, tiempo que había empezado a hacer que me tragara algunas palabras del pasado. Empezaste a generar en mí cambios de conducta y de parecer.
Días antes de que todo entre nosotros comenzara oficialmente, supe de tus intenciones y me encargué de hacerle ver a todo el mundo que lo mejor era convencerte de que te alejaras de mí. No quería aceptar lo que sentía por ti, no quería aceptar en realidad que este corazón amargo y desconfiado pudiese estar por fin enamorándose de alguien. Luego ese día, que tú y yo tenemos guardado en el alma, dio paso al inicio de lo que provocaron las ideas de esta carta. El momento en que me propusiste iniciar una historia fue inesperado debo decirlo y me envolvió en un clima total de nervios. Por primera vez, en circunstancias como esa me sentí incapaz de manejar la situación. Es ese inicio lo que hizo esto que siento totalmente diferente a todo lo que había sentido alguna vez en mi vida.
Gracias a ti comprendí el amor. Sentí por primera vez esas tan abrumadas mariposas en el estómago de las que todo el mundo habla. Llegaste a mi vida y todo lo bello y hermoso del amor vino contigo, tomado de tu mano. Con cada beso transmites una sensación que no conozco. La sola mirada de tus ojos me brinda una felicidad inexplicable. No logro comprender la dicha que me embarga el alma, una atmosfera maravillosa me inunda como si el aroma del amor me deleitara poco a poco y una ágil respiración me diera paso al gran mundo incontrolable de la felicidad.
Cuando te siento cerca de mí mi corazón se estremece. Siento un leve temblor en mi interior y me encuentro en la necesidad de aferrarme a ti, entrelazar mis brazos en tu cuerpo y apretujarte con todo el ímpetu de un alma deseosa de ti, de amor con locura.
A veces me siento incapaz de hacerte feliz toda la vida, me siento acorralada. Como si no ha sido suficiente con decirte te amo siempre que tengo la oportunidad y me lanzo a la idea de hacer algo inalcanzable para demostrarte lo mucho que me importas.
Eres el amor de mi vida, jamás me voy a cansar de repetírtelo a ti y a todo aquel que pregunte sobre mis sentimientos. No pensé enamorarme, pero de ello aprendí que de verdad el amor está donde menos lo imaginas. Eres mi todo y no imagino una vida feliz donde no esté tu presencia a mi lado. Tengo la suerte de que eres mío y de hacerte más mío cuando hacemos el amor.
Ahora bien, debo disculparme si en la carta me he expresado en tiempo presente. Fue mi cobardía la que hizo que todo esto lo recibieras hasta este momento. El tiempo y las circunstancias decidieron que no podíamos seguir juntos y pedí expresamente que esta carta se te entregase el día en que mis palabras no pudieran incomodar a tu actual pareja. Sinceramente me alegra verte feliz porque es lo que siempre he deseado, y espero profundamente que tu vida continúe así. Quisiera darte un abrazo de despedida, pero he decidido cuidarte desde lo que la gente llama cielo…
¿Te has imaginado alguna vez cuánto significaste para mí? ¿Has valorado aunque sea un poco todos esos momentos que compartimos juntos? ¿Cada conversación nocturna, cada problema superado, cada ilusión conquistada? Fuiste esa etapa de mi vida llamada felicidad. La mano que mecía tiernamente a mis ilusiones.
Poco tiempo después de nuestro adiós te veo sonriendo y tú sabes cuán maravilloso es verte haciéndolo. Cuando sonríes cierras tus ojitos y tus pestañas se convierten en dos frondosas protectoras de esos tesoros que cargas en tu rostro. Todo combina perfecto con esa sonrisa coqueta. ¿Sabías que alegrabas mi vida con esa sonrisa? ¿No? Pues ahora lo sabes y sinceramente espero que toda tu vida la tengas presente cuando alguna vez pienses en mí.
Soy una persona un poco dura con mis sentimientos, creo que tú más que nadie lo sabe. Antes de conocerte no creía en el amor. Sí había tenido parejas sentimentales, pero el sentimiento no cruzaba las fronteras del presente, del hoy. Mi vida con aquellos individuos no sobrepasaba de momentos agradables, amistad afortunada y uno que otro oculto encuentro. Al lado de ellos jamás pensé en el futuro, ni cambié mis posturas frente a la vida. Todo se limitaba a un buen momento en compañía de alguien que me auguraba un poco de comprensión y cariño.
Pero contigo todo, absolutamente todo es diferente. Contigo la palabra amar se ha vuelto comprensible, razonable y tolerable para mi corazón. Cuando te conocí no me importabas en lo más mínimo, lo acepto y soy sincera. Fue hasta que aprendí a reconocerte cuando me empecé a fijar en la persona que eras y empecé a soltar la idea de querer a alguien más que no fueras tú. Cada día que convivía contigo me convencía de que no podía dejar de hacerlo. Me divertía tu compañía, y tu frecuente presencia había empezado a provocar estragos en mi interior. Un sutil encanto en ti se percibía con el tiempo, tiempo que había empezado a hacer que me tragara algunas palabras del pasado. Empezaste a generar en mí cambios de conducta y de parecer.
Días antes de que todo entre nosotros comenzara oficialmente, supe de tus intenciones y me encargué de hacerle ver a todo el mundo que lo mejor era convencerte de que te alejaras de mí. No quería aceptar lo que sentía por ti, no quería aceptar en realidad que este corazón amargo y desconfiado pudiese estar por fin enamorándose de alguien. Luego ese día, que tú y yo tenemos guardado en el alma, dio paso al inicio de lo que provocaron las ideas de esta carta. El momento en que me propusiste iniciar una historia fue inesperado debo decirlo y me envolvió en un clima total de nervios. Por primera vez, en circunstancias como esa me sentí incapaz de manejar la situación. Es ese inicio lo que hizo esto que siento totalmente diferente a todo lo que había sentido alguna vez en mi vida.
Gracias a ti comprendí el amor. Sentí por primera vez esas tan abrumadas mariposas en el estómago de las que todo el mundo habla. Llegaste a mi vida y todo lo bello y hermoso del amor vino contigo, tomado de tu mano. Con cada beso transmites una sensación que no conozco. La sola mirada de tus ojos me brinda una felicidad inexplicable. No logro comprender la dicha que me embarga el alma, una atmosfera maravillosa me inunda como si el aroma del amor me deleitara poco a poco y una ágil respiración me diera paso al gran mundo incontrolable de la felicidad.
Cuando te siento cerca de mí mi corazón se estremece. Siento un leve temblor en mi interior y me encuentro en la necesidad de aferrarme a ti, entrelazar mis brazos en tu cuerpo y apretujarte con todo el ímpetu de un alma deseosa de ti, de amor con locura.
A veces me siento incapaz de hacerte feliz toda la vida, me siento acorralada. Como si no ha sido suficiente con decirte te amo siempre que tengo la oportunidad y me lanzo a la idea de hacer algo inalcanzable para demostrarte lo mucho que me importas.
Eres el amor de mi vida, jamás me voy a cansar de repetírtelo a ti y a todo aquel que pregunte sobre mis sentimientos. No pensé enamorarme, pero de ello aprendí que de verdad el amor está donde menos lo imaginas. Eres mi todo y no imagino una vida feliz donde no esté tu presencia a mi lado. Tengo la suerte de que eres mío y de hacerte más mío cuando hacemos el amor.
Ahora bien, debo disculparme si en la carta me he expresado en tiempo presente. Fue mi cobardía la que hizo que todo esto lo recibieras hasta este momento. El tiempo y las circunstancias decidieron que no podíamos seguir juntos y pedí expresamente que esta carta se te entregase el día en que mis palabras no pudieran incomodar a tu actual pareja. Sinceramente me alegra verte feliz porque es lo que siempre he deseado, y espero profundamente que tu vida continúe así. Quisiera darte un abrazo de despedida, pero he decidido cuidarte desde lo que la gente llama cielo…